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Fundación CARF

2 junio, 23

Partes de la Misa católica explicada

Como cristianos, cuando vivimos consiente y activamente todas las partes de una Misa, revivimos el sacrificio de Cristo en la cruz. El Papa Francisco señala que a través de la Misa los cristianos recibimos el amor y la misericordia de Dios, y nos abrimos a una vida nueva gracias a la Resurrección.

Que la participación en la Santa Misa sea plena, consciente y activa.

Concilio Vaticano II, Const. Sacrosanctum Concilium, nn. 14 y 48.

La raíz y el centro de nuestra vida espiritual es el Santo Sacrificio del Altar, una de las partes de la Misa más importantes. San Josemaría Escrivá, tanto de palabra como por escrito, afirmaba, que la Eucaristía es el centro y la raíz de la vida del cristiano.

Porque es importante explicar las partes de la Misa católica

En la Santa Misa vivimos el sacrificio de Cristo, que se ofreció a todos nosotros, una vez para siempre en la Cruz. Este, que es el centro de nuestra vida cristiana y la acción de gracias que presentamos a Dios por su gran amor hacia nosotros, no es otro sacrificio, no es una repetición. Es el mismo sacrificio de Jesús que se hace presente.

A grandes rasgos la Misa Cristiana cuenta con dos partes fundamentales:

  1. Liturgia de la palabra
  2. La liturgia de eucaristía

Disponer, vivir y dar las gracias por la Misa

Para saber aprovechar los grandes frutos espirituales que como cristianos se nos dan a través de la Celebración de la Santa Misa, hay que conocer esta celebración, entendiendo sus gestos y símbolos, participando en ella con reverencia. 
Vivir la fe cristiana de forma concreta implica que existan momentos de oración en familia, momentos de vivir los sacramentos juntos, sobre todo en la misa del domingo.

1 - Ritos iniciales

Llegamos preferentemente de manera puntual al templo y nos disponemos para celebrar el misterio más grande de nuestra fe.

Los ritos introductorios, nos preparan para escuchar la palabra y celebrar la eucaristía:

  • Canto de Entrada
  • Beso al altar y Señal de la cruz
  • Acto penitencial
  • Canto del Gloria
  • Oración colecta

Canto de entrada

Nos preparamos para comenzar la primer parte de una misa con el canto de entrada. Es un canto que nos une a todos porque a la misa venimos personas de distintos lugares, culturas, edades y cantamos a una voz, como una familia, la de Dios en la tierra, en comunión con toda la Iglesia.

El Canto, destaca el carácter festivo de la celebración. Nos unimos para celebrar uno de los dones más grandes que Jesús nos dejó: la Eucaristía.

Algunos atribuyen al Papa Celestino I (422-431) la incorporación del canto de entrada. Aunque se desconoce la fecha exacta de la incorporación, ya existía con seguridad en el S. V.

Beso en el altar y Señal de la cruz

El sacerdote entra, besa el altar y saluda a todos los presentes realizando el gesto de la señal de la Cruz. Comenzar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo no es sólo mencionar el nombre de Dios, sino ponernos en su presencia.

Este es un buen momento para pedirle al Señor que nos ayude a vivir la Santa Misa con la misma pureza, humildad y devoción con que le recibió la Santísima Virgen.

(...) El sacerdote está allí, no en su propio nombre, sino in nomine Ecclesiæ, en nombre de la Iglesia. Representa, pues, a todos los fieles, y en nombre de todos da el beso litúrgico a Cristo, simbolizado por el altar. Esta veneración al altar se expresa con tres signos:

  1. La inclinación que es un el gesto se convierte en un acto de homenaje a Cristo, al lugar del sacrificio y a la mesa del Señor.
  2. El beso al altar que es un beso de saludo y de amor entre la Iglesia y la incensación.
  3. Se completa con la incensación que simboliza el honor, la purificación y santificación.

Acto penitencial

Puestos en la presencia de Dios, la Iglesia nos invita a reconocer con humildad que somos pecadores. Pedimos humildemente perdón al Señor por todas nuestras faltas. Reconocemos humildemente frente a todos nuestros hermanos, que somos pecadores.

Es un gesto importante empezar la Santa Misa con el corazón y el alma limpios. Es un buen momento para recordar cuándo fue nuestra última confesión. Como cristianos tenemos que acudir a este Sacramento para recibir a Jesús.

Y para expresar este deseo y pedirle perdón a Dios, usamos las palabras del ciego que oyó que Jesús pasaba cerca, y como sabía que no podía curarse a sí mismo, sino necesitaba del auxilio de Dios, se puso a gritar en medio de la multitud: “Señor, ten piedad de mí”. Así, con confianza en la misericordia de Dios, rezamos también el “Señor ten piedad”.

Canto del Gloria

Alabamos a Dios, reconociendo su santidad, al mismo tiempo que nuestra necesidad de Él. El Gloria es como un grito de entusiasmo hacia Dios, a toda la Trinidad.

En los domingos y solemnidades se reza este himno, que resume el sentido máximo de la vida cristiana: darle gloria a Dios. Alabar a Dios, no sólo porque es bueno, o porque nos ayuda, o por las cosas que nos da. Darle gloria por quién es Él, porque es Dios. Nos ayuda a estar bien orientados, a afirmar que el sentido máximo de nuestra vida es Él.

Oración Colecta

La Colecta se llama así porque es la oración que recoge las peticiones de todos. Las hacemos por medio de Jesucristo, el único Mediador, en la comunión del Espíritu Santo, que recoge nuestras súplicas, haciéndose presente nuevamente el Misterio de la Trinidad.

El sacerdote invita a toda la comunidad a rezar presentando a Dios Padre las peticiones que la Iglesia eleva al Cielo cada vez que se celebra el Santo Sacrificio. “Si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, lo conseguirán de mi Padre que está en los Cielos” Mt 18, 19-20.s partes de la misa catolica, segunda parte de la misa liturgia de la palabra

2 - Liturgia de la Palabra

“La Misa consta de dos partes: la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística, tan estrechamente unidas entre sí que constituyen un solo acto de culto”, Misal Romano, Institución General, 28

A través de las lecturas, vamos a escuchar directamente a Dios que nos habla a nosotros, que somos su pueblo. Nosotros respondemos cantando, meditando y rezando.

En la primera lectura Dios nos habla por las vivencias de sus profetas, en la segunda lectura por medio de sus apóstoles- Por último, en el Evangelio nos habla directamente por medio de su Hijo Jesucristo

  • Primera lectura del Antiguo Testamento
  • Salmo
  • Segunda lectura: En el Nuevo Testamento.
  • Evangelio: El canto del Aleluya nos dispone a escuchar la proclamación del misterio de Cristo. Al finalizar aclamamos diciendo: "Gloria a ti, Señor Jesús".
  • Homilía: El sacerdote nos explica la Palabra de Dios.
  • Credo: La profesión de fe
  • Oración de los fieles: Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos.

Primera lectura: Antiguo Testamento, Dios habla a los hombres

La primera lectura, tomada generalmente del Antiguo Testamento. Dios nos habla a través de la historia del pueblo de Israel y de sus profetas.

Es importante meditarlas, porque por estas palabras, Dios fue preparando a su Pueblo para la venida de Cristo. Y también nos preparan a nosotros para escuchar a Jesús, ya que la primera lectura está directamente relacionada con el Evangelio que se va a leer.

Salmo Responsorial, respuesta de los fieles a la Palabra de Dios

El Salmo Responsorial es como una prolongación de los temas propuestos en la primera lectura.

Con los salmos aprendamos a rezar, aprendemos a hablar con Dios, usando sus mismas palabras, que se convirtieron en oración. Palabras que Él pone en nuestra boca para que sepamos cómo expresarnos.

Segunda lectura: En el Nuevo Testamento, Dios nos habla a través de los apóstoles.

Escuchamos la predicación de los primeros hombres a los que Jesús les dijo: “Vayan y hagan discípulos míos a todas las gentes… enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado.” (Mt 28, 19-20).

Se toma del Nuevo Testamento. Puede ser parte de los Hechos de los Apóstoles o de las cartas que escribieron los primeros apóstoles. También de las Epístolas Católicas, del libro de los Hebreos o el Apocalipsis. Es decir, son los escritos de los apóstoles,

Esta segunda lectura nos sirve para conocer cómo vivían los primeros cristianos y cómo explicaban a los demás las enseñanzas de Jesús. Esto nos ayuda a conocer y entender mejor lo que Jesús nos enseñó.

Después de la segunda lectura se canta el Aleluya, que es un canto alegre que recuerda la Resurrección u otro canto según las exigencias del tiempo litúrgico .

Evangelio, La proclamación del Evangelio

El canto del Aleluya nos dispone a escuchar la proclamación del misterio de Cristo. Al finalizar aclamamos diciendo: "Gloria a ti, Señor Jesús".

Es el mismo Jesucristo quien nos habla en el Evangelio. Por eso lo escuchamos de pie, y el sacerdote lo besa cuando termina de proclamarlo. Luego anuncia en voz alta que Jesucristo está entre nosotros: Dominus vobiscum!

Los gestos que realiza el sacerdote, simbolizan nuestros deseos de formar parte de la Verdad del Evangelio. Se nos comunican las enseñanzas del Señor para que las meditemos en la intimidad personal y las incorporemos a nuestras almas, de modo que luego las comuniquemos, en forma de palabra y de obras de misericordia a las personas que tenemos a nuestro alrededor en la cotidianeidad de nuestra vida.

Es una llamada a la responsabilidad apostólica de los cristianos, que en la Santa Misa cobra nuevas fuerzas.

Homilía: El sacerdote nos explica la Palabra de Dios.

El sacerdote, se toma un tiempo para explicarnos la Palabra de Dios. Homilía viene de una palabra griega que significa “diálogo”, “conversación”. Es el momento cuando Dios nos habla por su Iglesia.

Es una explicación sencilla y práctica, enraizada en los textos litúrgicos, que aplicaremos a nuestra vida cristiana. Intentamos hacer propios estos consejos que nos dan y procuramos sacar propósitos concretos. Una buena homilía es aquella que te hace reflexionar desde por dentro.

Credo: Después de escuchar la Palabra de Dios profesarnos nuestra fe

«Somos un solo pueblo que confiesa una sola fe, un Credo; un pueblo congregado en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (San León Magno, Homilía I en la Natividad del Señor (PL 54, 192).

Rezar el Credo es motivo de santo orgullo para todo cristiano, Asombrarnos por la realidad de ser Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo.

Oración de los fieles: Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos.

Con la oración de los fieles termina la primera parte de la Misa. Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos.  Presentación de las ofrendas del pan y del vino

En ese Pan y ese Vino que ofrece el sacerdote a Dios –fruto del sudor y del trabajo del hombre– están todos tus esfuerzos humanos. Ofrécele a Dios todo eso. Todas las horas y acciones de tu día ponerlos en la patena junto a Cristo y así sobrenaturalizarás tu vida.

Todo estará hecho para Dios y será grato a Dios. Haz de verdad, de tu vida, una ofrenda al Señor. No olvidemos que, al elevar estas plegarias, es Cristo mismo quien las presenta a Dios Padre por la virtud del Espíritu Santo.

3 - Liturgia de la Eucaristía.

La liturgia de la Eucaristía el momento más importante de la Misa. Presentamos el pan y el vino que se transformarán en el cuerpo y la sangre de Cristo. Realizamos la colecta en favor de toda la Iglesia y Oramos sobre las ofrendas.

  • Prefacio y Presentación de las ofrendas: El Pan y el Vino
  • Lavabo
  • Epíclesis: Plegaria eucarística
  • Santo: canto de alabanza a Dios
  • Consagración: El pan y el vino se transforman en el cuerpo y en la sangre de Jesús. (Doxología)

Prefacio y Presentación de las ofrendas

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En el Prefacio, damos gracias y alabanza a Dios, al tres veces santo, realizado una oración. Viene del latín: pre – factum. Significa “antes del hecho”. Y se llama así porque está justamente antes del hecho más importante de toda la misa: la plegaria eucarística

En el prefacio hay un diálogo con el sacerdote, que siempre dice: “Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor”. Es que en el prefacio hemos dado gracias a Dios, hemos reconocido sus obras de amor y lo alabamos.

En este momento presentamos las ofrendas, el pan y el vino. La sencillez de estos alimentos nos recuerda al niño que le llevó a Jesús sus ofrendas, cinco panes y dos peces. Era todo lo que tenía, pero esa pequeñez, puesta en las manos de Jesús, se convirtió en abundancia y alcanzó para alimentar a una multitud inmensa e incluso sobró.

Así nuestras sencillas ofrendas de pan y vino, puestas en las manos del Señor, también se convertirán en abundancia, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo para alimentar a una gran multitud que está hambrienta de Dios.

En cada misa, ¡nosotros somos esa multitud! Junto a este pan y vino, le presentamos también a Dios, de manera simbólica, algo de nosotros mismos.

Le ofrecemos nuestros esfuerzos, sacrificios, alegrías y dolores. Le ofrecemos nuestra fragilidad para que Él haga obras grandes con nosotros.

Esta es la actitud interior a la que la liturgia nos conduce, elevar el corazón para estar listos para el momento más importante: cuando Cristo se haga presente con su Cuerpo y su Sangre.

Lavabo

Mientras el sacerdote hace el lavatorio de las manos, repite tú por dentro la oración que hace interiormente: ¡Señor, lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!

En la Misa, el Señor Jesús, haciéndose «pan partido» por amor a nosotros, se nos da y nos comunica toda su misericordia y su amor, renovando nuestro corazón, nuestra vida y nuestras relaciones con él y con los hermanos. Papa Francisco.

La epíclesis o invocación al Espíritu Santo: plegaria

La plegaria eucarística son todas las oraciones que rodean el momento de la consagración. Invocamos con una oración al Espíritu Santo en este momento el que “la Iglesia pide al Padre que envíe su Espíritu Santo (...) sobre el pan y el vino, para que se conviertan, por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1353).

Así como el Espíritu Santo descendió sobre la Virgen María para que concibiera e hiciera presente a Jesús en su seno, ahora invocamos al Espíritu Santo para que descienda sobre estos dones y también haga presente a Cristo entre nosotros.

“Debemos elevar nuestro corazón al Señor no sólo como una respuesta ritual, sino como expresión de lo que sucede en este corazón que se eleva y arrastra hacia arriba a los demás”. Papa Benedicto

Luego, es el momento en el cual se lleva al altar el pan y el vino, dos alimentos muy sencillos, que el sacerdote ofrecerá a Dios para que Cristo se haga presente en la Eucaristía, también nos convierta a nosotros, nos haga mejores, más semejantes a Él.

Santo: canto de alabanza a Dios

La letra está tomada de las Sagradas Escrituras. La primera parte, es un canto que hemos aprendido del coro de los ángeles, que el profeta Isaías oyó que le cantaban a Dios junto a su trono. El tres veces santo repetido, nos recuerda las tres personas divinas de la Santa Trinidad.

La segunda parte es la aclamación que le dicen a Jesús cuando está entrando montado en un burrito a Jerusalén el domingo de Ramos: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor, hossana!”

Estaban felices aclamando Jesús, el rey esperado, que entraba a su ciudad. Nosotros en la misa también aclamamos a Cristo que está a las puertas de hacerse presente ante nosotros. Por eso podemos decir que el santo, es un canto de hombres y ángeles, que nos unimos para alabar a Dios.

Consagración: el pan y el vino se transforman en el cuerpo y en la sangre de Jesús. (Doxología)

«La fuerza de las palabras y de la acción de Cristo y los dones del Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino su Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la Cruz de una vez para siempre» Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1353.

Hemos llegado al corazón de la plegaria eucarística, al momento más importante de la misa. Siguiendo el mandato que Jesús le dijo a sus apóstoles: “Hagan esto en memoria mía”, el sacerdote, actuando en la persona misma de Cristo, pronuncia las palabras de la institución de la Eucaristía, las mismas que Jesús pronunció el día de la Última Cena.

(...) ¡Qué hondura atesoran las palabras: esto es mi Cuerpo; éste es el cáliz de mi Sangre! Llenan de seguridad, refuerzan nuestra fe, aseguran nuestra esperanza y enriquecen nuestra caridad. Sí: Cristo vive, es el mismo de dos mil años atrás, y vivirá siempre, interviniendo en nuestro peregrinar. Nuevamente se nos acerca como caminante con nosotros, lo mismo que en Emaús, para sostenernos y darnos apoyo en todo nuestro quehacer.

La presencia real de Jesús es consecuencia del misterio inefable que se cumple con la transustanciación, ante el que no cabe otra actitud que adorar la omnipotencia y el amor de Dios. Por eso nos arrodillamos al llegar este instante sublime, que constituye el núcleo de la celebración eucarística. En esos momentos, el sacerdote es instrumento del Señor, actúa in persona Christi.

partes de la misa catolica, segunda parte de la misa liturgia de la eucaristia

4 - Rito de conclusión

La Santa misa termina como la empezamos, con la señal de la cruz. Podemos ir en paz, porque hemos visto a Dios, nos hemos encontrado con Él y estamos renovados para seguir en la misión que Dios nos encarga. Al terminar la misa el sacerdote nos da la bendición final.

Son ritos que concluyen la celebración son:

  • Bendición final
  • Despedida
  • Acción de gracias

Bendición final

Recibimos la bendición del sacerdote. Que ese “podéis ir en paz” sea el reflejo de una Santa Misa bien vivida.

La palabra bendición viene de dos palabras: bien y decir. Cuando Dios dice bien de nosotros, su Palabra sí nos hace distintos, nos da esa gracia para librar el buen combate de la fe. Así termina la misa y estamos listos para seguir adelante con nuestra vida cristiana.

Acción de gracias última parte de la Misa

Cuando el tiempo dedicado a la acción de gracias dentro de la Misa resulta demasiado breve, puede ser una buena acción prolongar la acción de gracias unos minutos más, de modo personal, al terminar todas las partes de la Misa.


Bibliografía:

UNA VOCACIÓN 
QUE DEJARÁ HUELLA

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