Qué es un diácono, qué funciones realiza y cómo se diferencia de un sacerdote. Te lo vamos a explicar, y también responderemos algunas preguntas frecuentes: ¿pueden casarse? ¿celebran la Santa Misa? ¿Hay diferentes tipos? Sigue leyendo para descubrirlo.
La palabra diácono proviene del griego diakonos, que significa «servido» o «ministro». En la Iglesia Católica, el diaconado es el primer grado del sacramento del Orden, seguido del presbiterado (sacerdotes) y del episcopado (obispos). Por tanto, es un ministro ordenado, llamado a servir al pueblo de Dios en el anuncio de la Palabra, la celebración de algunos sacramentos y la caridad.
El diaconado no es un invento moderno. Ya en el Nuevo Testamento, concretamente en los Hechos de los Apóstoles (Hch. 6,1-6), se narra cómo los Apóstoles eligieron a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, para encargarse de la asistencia a las viudas y otras tareas de servicio. Entre ellos estaba san Esteban, el primer mártir de la Iglesia.
Los diáconos están llamados principalmente al servicio. Su triple misión puede resumirse en tres áreas: la Palabra, la Liturgia y la Caridad.
Servicio de la Palabra
Puede proclamar el Evangelio en la Santa Misa, predicar la homilía (si el presbítero que preside lo autoriza) y enseñar la doctrina cristiana. Muchos colaboran en la formación catequética, en la evangelización y en el acompañamiento de comunidades cristianas.
Servicio de la Liturgia
Aunque un diácono no puede consagrar la Eucaristía, sí puede:
Servicio de la Caridad
Son especialmente responsables de animar la caridad en sus comunidades. Visitan enfermos, ayudan a los pobres, acompañan a marginados, promueven obras sociales y colaboran con Cáritas u otras instituciones. Esta dimensión caritativa está profundamente ligada a sus raíces apostólicas.
Aunque tanto el diácono como el sacerdote han recibido el sacramento del Orden, sus funciones, capacidades litúrgicas y su lugar en la jerarquía eclesial son diferentes.
Aspecto | Diakoni | Pappi |
Grado del orden | Primer grado del orden sagrado | Segunda grado del orden sagrado |
Celebración de la Misa | No puede consagrar ni presidir la Eucaristía | Puede celebrar la Misa y consagrar la Eucaristía |
Confesión y Unción | No puede administrar estos sacramentos | Puede administrar la Confesión y la Unción de los enfermos |
Predicación | Puede proclamar el Evangelio y predicar | Puede predicar habitualmente |
Estado de vida | Puede estar casado, si es permanente; célibe, si es transitorio | Siempre célibe en el rito latino |
Ordenación posterior | Puede ser ordenado si es transitorio | Ya ha recibido el sacerdocio, no hay ordenación superior excepto episcopado |
Esta es una de las preguntas más frecuentes. La respuesta depende del tipo:
Diácono permanete: es aquel que ha sido ordenado con la intención de permanecer en ese ministerio, sin aspirar al sacerdocio. En este caso:
Diácono transitorio: es un seminarista que ha recibido el diaconado como paso previo al sacerdocio. En este caso:
En resumen: un diácono casado no puede ser sacerdote (al menos en el rito latino), y un seminarista célibe no puede casarse después de ser ordenado diácono.
No. Aunque participan en la Misa y tienen un papel litúrgico visible –por ejemplo, proclaman el Evangelio, elevan el cáliz, dan la paz y la comunión–, no pueden celebrar la Eucaristía por sí solos, ya que no tienen el poder de consagrar el pan y el vino. Ese poder está reservado a los sacerdotes y obispos.
Siksi, no «celebra Misa» en sentido estricto. Puede presidir celebraciones litúrgicas sin Eucaristía, como liturgias de la Palabra, exequias, bautizos y matrimonios.
Ellos recuerdan a toda la comunidad cristiana que la vocación fundamental de la Iglesia es el servicio. Encarnan el ejemplo de Cristo que «no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos» (Mt 20,28).
Especialmente en contextos donde hay escasez de presbíteros, la presencia de diáconos bien formados es un gran apoyo pastoral. Además, su cercanía con las realidades concretas del pueblo –familia, trabajo, sociedad– les permite ser puentes eficaces entre la Iglesia y el mundo.
Tanto los permanentes como los transitorios necesitan una formación sólida en teología, espiritual y pastoral. En el caso de los futuros sacerdotes, el diaconado transitorio es una etapa clave que marca el final de su preparación en el seminario.
La Fundación CARF colabora con la formación de ellos en centros como la Pyhän Ristin paavillinen yliopisto en Roma y las Navarran yliopiston kirkolliset tiedekunnat en Pamplona, entre otras instituciones. Gracias a los benefactores, muchos seminaristas de todo el mundo pueden prepararse adecuadamente para ejercer el ministerio con fidelidad, alegría y entrega.
El diaconado es un ministerio precioso que enriquece la vida de la Iglesia. No son «sacerdotes a medias», sino ministros ordenados con una identidad y misión propia: servir a la Palabra, a la Liturgia y a la Caridad. Algunos están en camino hacia el sacerdocio; otros, como los permanentes, son signo vivo del servicio de Cristo en medio del mundo.
Desde la Fundación CARF, agradecemos a todos su entrega generosa y animamos a nuestros benefactores a seguir apoyando la formación de vocaciones en todos los niveles. Porque una Iglesia con servidores bien formados es una Iglesia más viva, más santa y más cercana.